sábado, 26 de noviembre de 2016

¡SOLTAD AMARRAS!

Tras casi dos años de duro trabajo e infinita pasión arrojados al vértigo desde lo alto del acantilado; tras miles de notas en una moleskine blanca ya desvencijada que teje historias distintas según se lea del derecho o del revés; tras largas madrugadas de repiqueteo febril frente a la pantalla y tes azucarados por restar amargor a la batalla; tras interminables ausencias de miradas al vacío en busca de salidas a cada encrucijada y de nuevas encrucijadas para cada salida, en busca de las piezas que hicieran encajar el puzle y de los puzles en los que encajar las piezas que me atormentaban; tras el fondo de músicas encadenadas en la simbiosis de sentimientos, sugestiones y palabras; tras la relectura eterna, incesante y emborronada de ojos enrojecidos que todo lo descuadran; en definitiva, tras soñar que escribía y lograr escribir soñando, arribo por tren al muelle en el que reposa, por fin, el barco de esta novela humilde de soledades y extravíos, de arrojos y cobardías, de horizontes obsesivos y metas que defraudan, de límites e infinitos, de humillaciones y reivindicaciones, de muertos y sus fantasmas, de fantasmas y sus sábanas, de sábanas que no encuentran cama y camas en las que no se descansa en busca del tiempo perdido, perdidos, en tránsito.
¡Levad el ancla! ¡Soltad amarras! ¡Zarpamos!


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