miércoles, 21 de diciembre de 2016

CARTAS NÁUTICAS


El lunes, Diario del Puerto publicó esta primera entrevista sobre "Tiempo de Tránsito", que a modo de cartas náuticas desentraña los fundamentos de la novela, el espíritu que la recorre, los retos en su ejecución y la visión del autor.
Os invito a leerla.

“Lo mejor de ‘Tiempo de Tránsito’ es, sin duda, la capacidad de hacer que el lector se implique en el drama de los protagonistas" 

El sector logístico tiene muchos mundos dentro de un universo de idas y venidas, de cargas y descargas, de profesionales y barcos, de grúas y contenedores. Pero también tiene su lírica. Su enganche. A lo largo de muchos años hemos ido conociendo a mucha gente realmente enamorada de su trabajo, de todo lo que significa entregar la vida profesional a la logística. Grupo Diario Editorial se adentra ahora en una dimensión pocas veces mostrada: la parte inspiradora de este sector logístico. Miguel Jiménez, nuestro subdirector editorial, acaba de publicar su primera novela, nuestra primera novela, ambientada en este mundo que es tan particular y tan inmenso a base de pequeños detalles. “Tiempo de Tránsito” se presenta en sociedad hoy lunes en Madrid. Los que ya la hemos leído coincidimos en algo significativo: si se empieza no se puede dejar de leer.

DP MADRID

Tras tantos años de escribir cada día de datos y hechos, ¿cómo surgió la idea de pasar a imaginarlos y convertirlos en ficción?
Mi sueño era escribir un libro, dar el salto a la literatura, poder volcar emociones y pasiones en un relato amplio más allá de la concisión del día a día periodístico. A partir de ahí, el desarrollar la historia con la logística como telón de fondo, el dar rienda a la imaginación a través de este sector ha sido algo natural, la forma más sencilla de canalizar la trama en un entorno conocido y en el que fácilmente se puedan reconocer e implicar los lectores. Además, hay un claro objetivo en la novela de reivindicar el papel clave de la logística en nuestro día a día y qué mejor forma de mostrarlo que con puertos, aeropuertos, terminales ferroviarias, camiones y contenedores como elementos que van más allá de ser meros decorados y se convierten en personajes vivos que condicionan y alimentan la historia.

¿Cuánto tiempo ha costado escribir “Tiempo de Tránsito”?
Año y medio de madrugadas e infusiones a horas intempestivas. Tenía claro desde el primer momento el principio y el final pero la trama se fue desarrollando como una sucesión de trampas encadenadas con las que diariamente los personajes se exponían a situaciones a las que no quería renunciar pero a las que tenía que dar solución con una coherencia argumental y, sobre todo, sectorial. Todo es posible imaginarlo, todo es posible que suceda, para eso se escriben novelas, pero he querido ser muy escrupuloso con la realidad logística y con lo que técnicamente puede darse en este entorno. Más allá de licencias muy concretas, quería ser fiel con la infinita casuística del mundo logístico precisamente para reconocer su riqueza y su capacidad para alimentar una trama trepidante y asfixiante sin necesidad de distorsionar.

¿Has quedado satisfecho con el resultado?
Tenía tres grandes retos en este proyecto. El primero era ser capaz de mantener la tensión emocional y vital que había logrado en los distintos relatos cortos publicados hasta la fecha, conservar la empatía del lector con los sentimientos de los personajes pero a lo largo de una narración mucho más extensa y, por tanto, más exigente en cuanto a matices, personajes y perfiles. En segundo lugar, necesitaba una trama que enganchara al lector, que no diera respiro pero sin caer ni en lugares comunes ni en cuestiones escabrosas, pues no quería abundar en el tópico del sector logístico como un mundo meramente de acción, delito y mafias. El delito imaginado está, claro, pero es un argumento más que subyace sólo para poner de manifiesto muchas de las angustias que atenazan a los personajes. Por último, me preocupaba la estructura del relato, quería huir del planteamiento lineal y encontrar distintas perspectivas narrativas con las que transmitir mejor las situaciones extremas de la historia y, sobre todo, contribuir a un desenlace tan imprevisible como necesario. ¿Que si lo he logrado? Creo que sí, es el pálpito que tengo, pero la mayor satisfacción es lograr que la novela guste a los lectores y ese es el momento crítico al que toca ahora enfrentarse.

¿Tienes entonces en mente la posibilidad de otra novela?
Sin duda. Los últimos meses han sido bastante obsesivos, centrados en revisar, repasar y releer una y otra vez el texto, sin parar, tal vez lo más duro de todo este proceso, pero lo cierto es que escribir engancha y, sobre todo, ahora mi mente ya no puede dejar de pensar en lugares, personajes, acciones, situaciones, en una inercia que imagino que antes o después desembocará en otro relato.

¿Qué crees que es lo más inspirador del sector?
La gente mira al mundo del transporte y sólo ve tuercas, ruedas, hierros, polvo, humos, óxido, ruidos, un caos sin conexión aparente con su vida, pues todo les resulta inexplicable o incluso mágico en ese milagro de que las cosas aparezcan en el lineal de un centro comercial o en la puerta de tu casa. Pero esa magia es la logística, trenzada siempre por personas enamoradas de su actividad, con sus vidas y emociones, en entornos privilegiados, grandiosos, en escenarios sobrecogedores, espectaculares,  a bordo de unos medios de transporte que encierran una poética muy inspiradora y muy fácil de captar pues la vida es un viaje y todo en la logística es viajar, en barco, en avión, en tren o en camión, modos ligados al día a día de tantas personas que es tan sencillo como necesario fomentar una implicación emocional de la sociedad con este ámbito, cuánto más si reparamos que, en una era donde lo material tiene tanta importancia en nuestras vidas, todo lo que consumimos es gestionado logísticamente. Es imposible no inspirarse en un entorno así.

La logística, si fuera una película, ¿sería de acción, de intriga, de ciencia ficción, de miedo…?
Por todo lo que acabo de decir es, en primer lugar, una película de acción. Al fin y al cabo, la logística es por esencia movimiento, en el momento justo, pero movimiento. No hay más que ver cómo la logística en general y el mundo del transporte en particular han sido históricamente en el cine utilizados como escenario de peleas y persecuciones hasta rozar el tópico.
Obviamente, en la logística hay también mucho de intriga. ¿Hay algo con más suspense que una operativa en just in time, por poner como ejemplo uno de los estándares del mercado? Y, por supuesto, hay mucho drama en la logística, sobre todo si nos centramos en repasar las deudas y reivindicaciones históricas que el sector sigue teniendo pendientes en nuestro país.
Ahora bien, la logística, y este debiera ser uno de los puntos de enganche con la sociedad, es también ciencia-ficción, o al menos lo parece. Primero porque a veces resulta difícil de creer para los que lo ven desde fuera cómo se pueden transportar las cosas que se transportan, con los medios que se transportan y con los tiempos de tránsito en los que se transportan. En segundo lugar porque es tal la innovación tecnológica en medios e instrumentos aplicada a la logística, es tan futurista y avanzado todo lo que ahora mismo se aplica y se va a aplicar que, desde luego, parece de ciencia ficción, suponiendo, por cierto, otro motivo más para entender este sector como algo “inspirador”.

En tu larga carrera profesional ¿qué noticia o noticias te han parecido más dignas de una novela?
Tal vez las que han comportado una mayor implicación emocional. Estoy seguro de que incluso algunas probablemente están de forma indirecta en la raíz inspiradora que teje determinadas tramas de la novela.
De todas formas, lo más atractivo de novelar en el sector logístico son algunos de sus profesionales, con un interés para mí muy por encima de los hechos que hayan podido protagonizar.
La pasión e implicación en su actividad profesional y el diálogo con su vida personal son algo muy sugerente.

¿Qué crees que es lo mejor que tiene “Tiempo de Tránsito”?
Sin duda, la capacidad de hacer que el lector se implique en el drama de los protagonistas y que viva y sienta sus inquietudes, sus soledades, sus fracasos, sus angustias, sus esperanzas, sus miserias, sus vergüenzas, sus humillaciones, sus momentos de euforia y de rabia, todo ello en un entorno con el que uno no puede dejar de identificarse y, sobre todo, con un tempo trepidante donde, sin solución de continuidad, la historia se desvela a borbotones hasta llegar a un final impactante, desconcertante e inevitable.

¿Te preocupa que pases de ser quien opina a someter “Tiempo de Tránsito” a la opinión del lector?
Diariamente lo que escribo está igualmente sometido a la opinión de los lectores, que no dudan en mostrar su acuerdo o desacuerdo con lo que defiendo en mis artículos de opinión o en mis análisis. En este sentido, estoy deseando conocer qué les parece “Tiempo de Tránsito” y leer con atención las críticas, tanto las buenas como también las malas.
Lo que sí me genera inseguridad es el hecho de que de la mañana a la noche la novela deja de ser algo íntimo y personal, algo mimado y sólo mío, para transformarse en algo público que cada uno va a hacer propio a su manera. Es una sensación extraña pero es algo que está en la esencia de escribir y publicar.



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