Decía el viernes Francisco
Prado, director general de Grupo Diario, con su tino habitual, que servidor no tiene miedo al folio en blanco, sino
miedo a que se le acabe el folio y... no le falta ni una pizca de razón...
salvo en un día como hoy en el que no encuentro palabras para expresar mi más
profundo agradecimiento por las muestras de afecto recibidas el pasado lunes
durante la presentación en Madrid de la novela “Tiempo de Tránsito”.
Yo tenía un sueño y el lunes esperaba
recoger el fruto, 428 páginas de apasionada y emocionada escritura, el papel
palpable, la cubierta inquieta e inquietante y ver materializada la oportunidad
de escribir y que alguien pueda leerte.
El lunes era el momento de oficializar que el fruto está ahí, que el árbol no sólo floreció, sino que ha madurado y yo era inmensamente feliz a su sombra, abrazado a ese libro, no necesitaba más. Yo, créanme, ya había cosechado.
Pero el lunes, todos los que estuvisteis en cuerpo y alma en la presentación, todos los que os hicisteis presentes por teléfono, por correo o a través de las redes sociales, me colmasteis de afecto, de halagos, me sepultasteis de gratitud, de entusiasmo en un emocionado relato que me abruma y sigo sin saber si merezco y todo esto... sin haber leído aún la novela.
Gracias, desde lo más profundo, gracias y espero haber estado en este reto literario a la altura, espero que esta novela responda a tantas expectativas despertadas. Yo, al menos, lo intenté y esa creo que debe ser siempre una máxima en nuestra vida: intentarlo.
Por eso, permitidme tres reflexiones muy rápidas a raíz de todo lo vivido el lunes. La primera: intentadlo vosotros también. Son innumerables las confesiones que vengo recibiendo en los últimos días acerca de la inquietud que muchos tenéis desde el punto de vista literario y de la escritura, inquietudes en la mayoría de los casos frustradas ante todo por la vorágine diaria que nos impide hacer cosas que realmente deseamos. Yo en eso no soy una excepción, sino simplemente la muestra de que “sí se puede”. No tengáis miedo, si vuestra ilusión es escribir, no lo dudéis. Buscad vuestro momento. Insisto, si las cosas no se intentan, no se consiguen. Y como es vuestro sueño, escribid ante todo para vosotros. Os lo merecéis. Lo demás, trascender e ir más allá, se dará por añadidura.
En segundo lugar, esa comunión de emociones y sentimientos vividas por todos los presentes en el acto del lunes, ese florecer de lo que somos y vivimos nos tiene que servir para recordar y nunca olvidar que este mundo no lo hacen las máquinas ni los balances, este mundo y nuestra felicidad la construyen las personas, es decir, nosotros, muros sólidos y prósperos levantados con el tesón y la pasión de la honestidad, la sinceridad, la perseverancia y la solidaridad. Todo eso está dentro de vosotros. Os lo digo porque os conozco y además porque sois capaces de ponerlo diariamente en juego, por lo que no podéis ni debéis desfallecer en este empeño. Yo, con mis aciertos y mis errores, mis timideces y mis osadías lo he intentado en los últimos 17 años y vuestra presencia el lunes en el acto es una muestra palpable de que da sus frutos. Insisto, gracias.
Por último, y si me permitís, dajadme compartir con vostros una de las ideas principales que recorren la novela “Tiempo de Tránsito”, dejadme invitaros a que reflexioneéis sobre qué es lo importante en vuestras vidas, sobre cuáles son vuestros verdaderos sueños, sobre cómo y con quién los queréis compartir. Por favor, parad un segundo en vuestro frenesí, levantad la cabeza del suelo, mirad al cielo, soñad y salid corriendo en pos de aquello que realmente os hace feliz. No olvidéis nunca esos versos de Lorca que recordé en la presentación:
“Estaban
uno, cien, mil marineros
luchando
con el mundo de las agudas velocidades
sin
enterarse de que el mundo
estaba
solo por el cielo”.
Estas Navidades me he reservado unos cuantos huecos para leer "Tiempo de tránsito". ¡Tengo la certeza de que merecerá la pena!
ResponderEliminarGracias Óscar.
ResponderEliminarOjalá responda a las expectativas.
¡Ya nos contarás!