lunes, 26 de febrero de 2024

Cesar, que te cesen, dimitir o que te dimitan: no hay (casi nada) más

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La vicepresidenta del Gobierno, María Jesús Montero, en imagen de archivo junto al exministro de Transportes, José Luis Ábalos, durante una comparecencia en el Congreso.


A estas horas de la mañana, en el PSOE aguantan la respiración mientras el exministro de Transportes, José Luis Ábalos, deshoja la particular margarita de sus actuales cargos públicos ante la presunta trama de comisiones ilegales pilotada por su guardaespaldas y mano derecha, Koldo García.

En este contexto de presiones y decisiones, de chantajes, órdagos y faroles, resulta conveniente reflexionar desde el ámbito de la semántica sobre todas y cada una de las formas que existen de abandonar un cargo público, un proceso siempre, repito, siempre traumático, ya sea querido o sin querer, porque los caminos hasta la decisión última, la tome quien la tome, implican en todos los casos sudor y lágrimas.

Conviene recordar que el Boletín Oficial del Estado (BOE) apenas conjuga en la práctica un único verbo para ejecutar la salida de un cargo público: "cesar", del latín cessare, que venía a significar parar, detener, interrumpir.

A efectos de nuestra sacrosanta política, las dos acepciones de la RAE para "cesar" más relevantes son, en primer lugar, "dejar de desempeñar un cargo o un empleo" y, en segundo lugar, "destituir o deponer a alguien del cargo que ejerce". Y las dos son de máxima vigencia.

Raquel Sánchez, el día en que cedió su cartera de ministra a Óscar Puente.
Por ejemplo, la exministra de Transportes, Raquel Sánchez, no fue cesada (depuesta) el pasado 21 de noviembre cuando fue nombrado nuevo ministro Óscar Puente. El presidente del Gobierno ya había "declarado" su cese el 10 de julio de 2023 como consecuencia directa de la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones generales, pasando a ejercer Raquel Sánchez un cargo en funciones que sin necesidad de una nueva declaración en el BOE de por medio "dejó de desempeñar" automáticamente en el momento que fue nombrado Óscar Puente.

Ahora bien, lo habitual no es "declarar el cese" sino "disponer el cese", fórmula habitual en el BOE para ejecutar la destitución en su cargo del implicado o la implicada, como sucedió por ejemplo en julio de 2021 cuando Pedro Sánchez cesó como ministro a José Luis Ábalos y nombró en su puesto a la citada Raquel Sánchez.


Eso sí, "el cese" es la decisión formal, lo cual no presupone ni el porqué ni el cómo de dicha decisión. Uno puede ser destituido por voluntad directa y a iniciativa propia de quien tiene la responsabilidad de su nombramiento; uno también puede ser destituido tras decidir voluntariamente no seguir en el cargo y "cesar" en la actividad, de forma incluso natural en momentos específicos de transición y de cambio; en este contexto, por elevación, uno puede también dimitir, es decir, renunciar al cargo de forma abrupta y expresa, por razones de muy diversa índole; incluso, a uno le pueden dimitir, circunstancia que se da cuando quien ostenta el cargo es forzado a abandonarlo pues no se quiere ejercer la prerrogativa de la destitución directa, bajo la creencia de que con ello se preservan mejor principios como la coherencia, la altura de miras o incluso la dignidad del propio afectado mientras se pretende diluir la responsabilidad o la trascendencia de los hechos que motivan la decisión, con la disparidad de criterios de quien cesa y de quien al fin y a la postre es cesado.

Isabel Pardo de Vera, exsecretaria de Estado de Transportes.

Por eso no es lo mismo cesar que el hecho de que te cesen y tampoco es lo mismo dimitir que el hecho de que te dimitan, siendo esto muy habitual y el último caso lo encontramos a comienzos de 2023 cuando la entonces secretaria de Estado de Transportes, Isabel Pardo de Vera, y el entonces presidente de Renfe, Isaías Táboas, dimitieron de sus cargos tras la polémica por los errores en los diseños de los trenes destinados a Asturias y Cantabria. Es conocido que Pardo de Vera y Táboas fueron elegidos por el Gobierno como cabezas de turco y que se les advirtió que si no dimitían acto seguido serían destituidos. En base a los principios antes descritos, Pardo de Veras y Táboas fueron obligados a dimitir, es decir, fueron dimitidos. Eso sí, a efectos de la opinión pública, renunciaron voluntariamente a sus cargos y automáticamente en el BOE la ministra Raquel Sánchez vino a "disponer su cese".

En el caso del exministro José Luis Ábalos, que ha recibido el ultimátum del PSOE para abandonar su cargo de diputado en las Cortes Generales, en estos momentos está recibiendo todas las presiones para que dimita, para que renuncie a su cargo, si bien en este caso no pueden ni dimitirle ni, de momento, cesarlo. Ábalos es diputado por mandato de la soberanía nacional y sólo puede perder su condición de diputado "por decisión judicial firme que anule su elección o proclamación; por fallecimiento o incapacitación declarada por decisión judicial firme; por extinción del mandato, al expirar su plazo o disolverse la Cámara; y por renuncia ante la Mesa del Congreso".

Es decir, no existen ni criterios políticos ni responsables políticos con capacidad para cesar a un Ábalos que sólo saldría del Congreso por sentencia judicial firme, por voluntad propia o, Dios no lo quiera, con los pies por delante. Si a esto unimos que la condición de aforado de todo diputado comporta privilegios en los procesos judiciales en curso, entenderemos que Ábalos se resista a dejar su cargo.

Obsérvese cómo Ábalos sí ha decidido renunciar a su puesto de presidente de la Comisión de Interior del Congreso, puesto nombrado a propuesta del Grupo Parlamentario Socialista y, por tanto, automáticamente "cesable" por voluntad de dicho grupo y respaldo del resto de integrantes de la Comisión.

José Luis Ábalos, exministro de Transportes, junto al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

En cualquier caso, Ábalos no tiene muchas salidas: o bien renuncia y acepta el principio del fin de su carrera política, o bien se marcha al Grupo Mixto, o sea, el destierro, el desierto, la inanición, es decir, la misma muerte pero a cámara lenta.

Lo dicho, más allá de intentar llevar siempre la cabeza alta, en esto de la política o cesas, o te cesan, o dimites o te dimiten. Son prácticamente todas las opciones.

Y digo "prácticamente" porque tal vez haya una fórmula más, la de nuestro querido protagonista de "El cese", Baudilio Serna, pero para conocerla no queda otro remedio que leer la novela.

Sinceramente, os la recomiendo.

3 comentarios:

  1. Magnífico articulo / reflexión querido amigo.

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  2. Te falta Aznar cuando lo indulto a Koldo de los 2 años y 6 meses.. NO comprendo, porque esto no se habla también, ya que si hubiese ido preso, seria con mas dificultad .. estar en cargos publicos ¿No? que dimitan y que salga lo de todos PSOE Y PP

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