lunes, 29 de enero de 2024

Lo que muestra, lo que esconde y lo que cuenta la portada de El Cese



De todo el proceso creativo que comporta una novela, tal vez uno de los episodios más fascinantes y decisivos sea el del diseño de la portada, que no es más que esa loca misión de fabricar un rostro que de una u otra manera sea fiel al relato creado, a sus hechos y a sus valores, sin dejar de responder a su misión principal: servir de polo de atracción.
La portada es lo último que se crea y, en cambio, es lo primero que va a ver el lector. El diseñador juega con la ventaja de tener en sus manos todas las herramientas del libro para encontrar la creatividad perfecta. En cambio, eso lo que abre es un universo de posibilidades, de alternativas, entre las que elegir y sobre las que trabajar. Raramente se acierta a la primera. Lo habitual es emprender un apasionante proceso evolutivo donde primero hay que encontrar la idea y después desembocar en su expresión.
Así sucedió en El Cese. Acompáñame a un recorrido por algunas de las opciones que se valoraron.

Junto a estas líneas vemos la primera propuesta de portada con la que trabajó Editorial Kolima, basada en el deseo de plasmar una imagen simbólica que encierre en sí misma primero el concepto del título y, luego, todo lo que sucede en la novela.
Sobre un llamativo fondo rojo se abren dos puertas, que no se sabe muy bien si son de salida o son de entrada, dos puertas que marcan un hito en el camino, dos puertas con soluciones enfrentadas: de la primera sale un puente que discurre sobre el precipicio; bajo la segunda se extiende el abismo. Dos personajes se enfrentan a cada uno de esos caminos. El primero avanza firme; la segunda descubre que ha llegado al final del camino.
Tal vez el problema principal de esta portada es el de intentar englobar toda la esencia de la novela en una metáfora basada en imágenes conceptuales sin conexión alguna con los hechos que fundamentan la narración.
En este sentido, en mi modesta opinión, la portada resultaba tremendamente fría. El diseño parecía más propio de un manual de psicología. Todas las variaciones desarrolladas sobre esta idea adolecían de los mismos problemas.

En busca de conectar el alma del libro con el alma de la portada, se cambia la estrategia. En vez de intentar crear desde cero una imagen que sea capaz de aglutinar toda la esencia del libro, se apuesta por elegir de entre todos los episodios de la novela uno que tenga la suficiente potencia evocadora, una escena que transmita toda la esencia.
Hablaremos a continuación de ese momento elegido (con mucho cuidado de no desvelar nada del desenlace de la novela) pero miremos antes la propuesta de la izquierda, fruto de que, antes de que el diseñador se pusiera de lleno a trabajar en esa nueva idea, quiso salvar su idea inicial fusionándola con la nueva propuesta, en una opción en la que el cambio de plano hace que se pierda todo el significado de esa primera portada eminentemente conceptual, mientras que el barco, que ahora explicaremos su verdadera razón de ser, se antoja un añadido sin percibirse muy bien por qué está ahí.

Todo deriva de que ante el callejón sin salida al que se había llegado con la portada roja del puente y el precipicio, se busca un giro de 180º mediante la inspiración en una de las escenas más icónicas de la novela, cuando el protagonista se halla sentado frente a un gran ventanal observando en lontananza el puerto de su infancia.
La primera interpretación que hace el diseñador de esta escena es la portada que vemos junto a estas líneas, donde tal vez lo más logrado sea la penumbra y la soledad de la sala, así como el color y forma de las letras del título, capaces de transmitir la tensión e intriga que encierra la novela.
El problema, en cualquier caso, es que los elementos seleccionados están alejados de la escena original. Por ejemplo, el tipo de asiento elegido es una silla que en vez de evocar un cómodo despacho o un confortable salón, más bien recuerda a la celda de un presidio o incluso a la sala de interrogatorios de una comisaría de policía.
Falta, en verdad, cierta conexión con los elementos que transitan por la novela, si bien en el ámbito de la editorial existía en este instante el convencimiento de que se había encontrado una excelente piedra angular y era necesario explorar todas las opciones de la referida escena para alcanzar el objetivo de la portada.

Es justo en este momento cuando desde la editorial se decide, de forma inédita, explorar las herramientas de inteligencia artificial.
El resultado, junto a estas líneas, es sorprendente por la fidelidad de los objetos representados, por la calidez de los colores y esa atmósfera que recuerda tanto el ambiente de la Administración.
Existe el convencimiento de que se ha logrado una gran aproximación, incluso tan fiel a la escena elegida que es necesaria una última evolución hacia el equilibrio conceptual para incorporar nuevos matices de fondo y forma.


Y es que entra de nuevo en juego el diseñador, para trabajar sobre el elemento central, el sillón y, en primer lugar, acentuar toda la simbología que comporta que esté vacío; en segundo lugar, el sillón ve redefinidas sus formas, acentuándose la ambigüedad hasta casi estar más próximo al perfil de un gran sillón ministerial; en tercer lugar, entra la luz en la escena, y dibuja las sombras del sillón sobre el suelo en ese tenebrismo e incertidumbre que transita por la novela; por último, crece el ventanal revestido de cortinas, con el barco y el muelle haciendo de horizonte y la repisa donde se apoya uno de los elementos más simbólicos de todo el relato y que no ahora no es momento de desvelar.
Por cierto, como colofón, el tipo de letra del título de la novela finalmente varía al definitivo modelo "courier new", es decir, la letra de las máquinas de escribir antiguas y por tanto la más asimilable con la administración.
Con este último detalle vio la luz el diseño definitivo.

Fueron decenas las pruebas y variaciones manejadas por la editorial. El resultado, a mí me pareció desde el primer momento magnífico.

Pero tú, ¿qué opinas?
¿Te gusta la portada de El cese?
¿De todos los modelos aquí detallados, hay alguno que te gusta más? ¿Por qué?
Tras leer la novela, ¿crees que algún otro elemento/escena habría representado mejor el espíritu de la novela o habría sido más atractivo para captar el interés del lector?



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